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Por qué hoy invertiría mil veces en Mérida centro

  • Foto del escritor: Antonio Cañizo
    Antonio Cañizo
  • 28 may
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 jun

Lo que los extranjeros ven en Mérida (y nosotros a veces olvidamos)


Uno de los puntos más importantes —y que a veces como mexicanos olvidamos— es la autenticidad que tiene México en su forma de vivirse. No hablo solo de los centros históricos: me refiero también a las calles irregulares, al ruido, al caos vial, a la comida callejera, a las fachadas descarapeladas, al señor que vende elotes en la esquina o al niño que juega fútbol en la banqueta. Todo eso que a veces damos por hecho —o incluso vemos como algo que “falta mejorar”—, para muchos extranjeros es exactamente lo que buscan: vida real, cultura viva, autenticidad pura.


Mike y su primer elote callejero
Mike y su primer elote callejero

A diferencia de muchas ciudades en Estados Unidos o Europa, donde todo está perfectamente ordenado, limpio y funcional, en México hay algo que no se puede fabricar: alma. Y esa alma mexicana, que se respira en cada rincón, tiene un valor que muchas veces nosotros mismos no vemos… pero el mundo sí.


Un ejemplo claro es lo que ha pasado con zonas como la Condesa o la Roma. Sí, son barrios que siempre hemos apreciado, pero hoy en día están llenos de extranjeros. ¿Por qué? Porque además de que para ellos son zonas accesibles económicamente, irradian historia, color, caos con encanto y mucha, muchísima personalidad. Eso es lo que buscan.

Eso es lo que valoran.


Lo mismo pasa —o incluso más fuerte— con Mérida. El asombro que veo en muchos extranjeros al caminar por el centro, al entrar a una casa colonial restaurada o simplemente al comerse un helado en una plaza, es real. Les impacta. Les fascina. Y no me sorprende.


Nosotros, como lo hemos visto toda la vida, muchas veces no le damos la importancia que realmente tiene. Pero si nos detenemos a observar lo que está pasando en redes sociales, ahí está: Videos de extranjeros grabando calles, mostrando casas restauradas, comiendo en fonditas, tomando un fría en una cantina, explorando barrios como si estuvieran descubriendo otro mundo. Y es que para ellos, en muchos sentidos, lo están descubriendo.


Esa riqueza —la cultural, la auténtica, la que no es artificial— no desaparece. No pasa de moda. No se construye con renders. Está ahí. Y seguirá ahí.


Y Mérida centro, a diferencia de otros centros históricos como el de San Miguel de Allende, es enorme. Tiene espacio. Tiene historia. Y tiene oportunidades para seguir desarrollando propiedades únicas, que respeten su entorno y que, bien hechas, seguirán creciendo en valor y en demanda.


Veo muchas inversiones en redes sociales que prometen las perlas de la vida. No voy a hablar mal de nadie. Pero, siendo muy sincero, no conozco mejor inversión que una buena casa en renta —con alta demanda— dentro de un centro histórico mexicano.


No sé si estoy logrando transmitir exactamente lo que quiero decir, pero si algo me ha quedado claro estos últimos años es esto: hay que sentirnos orgullosos de lo que nuestro país tiene que ofrecer y si podemos aprovecharlo económicamente, mejor. Y si vamos a invertir, hagámoslo con los pies en la tierra, los ojos bien abiertos, y con una visión que valore lo que realmente importa.


JACB

 
 
 

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